5 ⬠ Sincronicidad ⬠ 5
14/04/23 - 16:44
La cadena exacta de acontecimientos y la razón subyacente por la que una historia, idea, tendencia, noticia o cualquier cosa en particular entra a formar parte de nuestra vida, o bien, nuestra vida entra a formar parte de ella, tiene una sutil forma de, jugando con los claroscuros de la memoria, hacerse intrazable para nuestra conciencia. Esta tarde se trata de esto:
Street Artist Leonardo Russo, AKA Dexter, Missing in London for Two Months
London, UK - The disappearance of Italian graffiti artist Leonardo Russo, also known as Dexter, has taken a disturbing turn after several of his works were found partially destroyed around the city in what appears to be a ritualistic manner. Russo, who has been missing for two months, was initially believed to have gone into hiding voluntarily. However, the recent discovery has prompted the police to reopen their investigation into his disappearance.
The 27-year-old artist, who was orphaned at a young age and often went by his nickname Dexter, was known for his powerful and often disturbing murals. Russo's closest friends have expressed concern for his safety, citing his introverted and misanthropic personality as well as his fascination with dark subcultures and esoteric societies, including satanism and smuggling.
Russo's connection to these marginal subcultures has also raised speculation about his disappearance, with some suggesting he may have been involved in criminal activities. He was last seen leaving his studio in Shoreditch, East London, on the evening of February 7th. The police are now appealing to the neighbors for any information that may help with their investigation.
Detective Inspector Thomas Jones, who is leading the investigation, said: "We are deeply concerned for Leonardo's safety, and we urge anyone with information to come forward. His dissenting interests as well as the way in which his works were defaced are of great interest to us and could be key to ..."
Aunque suene a misterio, el que yo ya conozca bien mi naturaleza dispersa hace que no me resulte tan sorprendente el hecho de, precisamente, sorprenderme a mí mismo leyendo esto y preguntarme por qué lo estoy haciendo y cómo ha llegado hasta mí. Me resulta casi natural, como parte del despertar de un sueño, o quizá, simplemente eso, salir de un simple momento de esparcimiento.
Estas cosas pasan de vez en cuando. La continuidad de la conciencia parece romperse para que algo entre en escena como venido de ninguna parte y por ninguna razón. Se siente como el viento meciendo las hojas de los árboles, y un instante después... ¡pum!, estás metido en el presente sin tener nada ubicado ni en el pasado ni en el futuro
Carl Jung, entre sus muchas excentricidades, influenciado por la cosmovisión Taoísta y por su propia experiencia clínica y vital, concibió la 'Sincronicidad' como la manifestación, a través de coincidencias significativas que no pueden explicarse como casualidades fortuitas, de una interconexión subyacente entre todos los seres y eventos en el universo.
La idea general es bastante vieja. Permea muchos sistemas de creencias, religiones y esquemas filosóficos. Según el caso lo pueden llamar karma, fortuna, destino, divina providencia, pero es más o menos lo mismo... la cosa es que no sea casualidad... ¿No es simplemente que no nos gusta pensar en el sinsentido de los acontecimientos? ¿Ese 'tiene que haber' algo es una manía genética humana o hay algo de verdad?
El bonus de Jung es que no quiso quedarse en un principio misterioso, estuvo en contacto con Pauli y Einstein en busca de una constatación. No consiguió nada, claro. Se metió en un terreno empíricamente poco transitable desde luego, sin duda, un valiente.
No sé, a mí no me ha pasado nunca nada así, a pesar de mis ausencias y desvaríos, nada de sincronismos maravillosos. Me parece una patraña supersticiosa. Supongo que la gente se sugestiona sola y se inventa sus coincidencias perfectas.
Lo que yo creo que nos pasa es que, por encima de explicaciones, siempre hemos buscado señas. Las señas no necesitamos entenderlas. Aunque lo intentemos irremediablemente, no hace falta, las buscamos igual y se apoderan de nosotros igual de fácilmente.
De hecho, es un arma poderosa: si una determinada doctrina es capaz de saltar nuestro 'factor crítico' y toca ahí, en ese instinto humano, echará raíces en el inconsciente y estaremos dispuestos a tirar por la borda la razón y darlo todo por ella ¿Pero qué sentido tiene que esté ahí ese botón fanático? ¿Es acaso bueno para la especie? ¿evolutivamente adaptativo?
Eso no lo sé. Pero el anclaje es tan fuerte que siempre se ha relacionado con una fuerza superior: Tradicionalmente la explotación del mecanismo se ha atribuido a Dios -o a quien supiera usurpar su lugar-. Con el tiempo, perdió efectividad... ya era demasiado obvio. Ahora, en la actualidad, la providencia divina capaz de atribuirse los acontecimientos puede tener competidores, según el contexto y sobre todo, -'los datos'-. Hay nuevos dioses en el campo de juego: Google, Bing, Facebook, Instagram... buscadores y metabuscadores, y meta-inteligencias artificiales que los meta-manipulan. Y así encuentras lo que quieres encontrar, o lo que quieren que encuentres... o quizá simplemente lo que tenías que encontrar, tu... ¿destino?
Si me paro a pensar, me doy cuenta de que la gran mayoría de lo que leo lo saco de internet.
Sé que, tanto cuando hacemos una búsqueda, como cuando simplemente abrimos uno de los grandes portales de internet, cada artículo, video, noticia o información cualquiera tiene un torbellino de parámetros detrás, unos más específicos y otros menos, que son procesados para elegir precisamente qué se nos va a mostrar. Recíprocamente, cualquier acción nuestra (un clic) al respecto desencadena otro torbellino que retroalimenta el anterior y re-condiciona lo que el algoritmo decidirá para nosotros. En parte está bien, porque significa que se nos da información 'a medida', pero por otro lado son sesgos y más sesgos.
A veces, podemos vislumbrar el diabólico aparataje que nos posiciona los resultados de búsqueda delante de los ojos, pero normalmente no nos damos cuenta, no nos importa y nos resulta cómodo. Delante de una pantalla, muy bien podemos dudar de nuestra posibilidad de decisión real sobre cualquier contenido que consumimos, ... por mucho que al final nos parezca que retenemos la elección de hacer clic o no.
* Por supuesto, de esto te salvas si eres de ese reducido clan de tenaces lobos perforadores de la información, paranoicos de la privacidad, que borran su rastro a cada paso y permanecen en guardia incluso en el momento de máximo relax del día -sois admirables, pero sois los menos-.
Y es que al sistema no le afectan las minorías. Entra en juego psicología de masas 'avanzada', los algoritmos encuentran activaciones inconscientes en los usuarios simplemente eligiendo lo que funciona para optimizar su función objetivo
Desde lo más profundo a lo más banal entra en el saco: ¿Ese anuncio de batamantas calefactadas está ahí, en ese banner, porque es aleatorio, o para toda la región, o solo para tu barrio, o solo para ti porque -no para ti, sino para Google, Bing o algún dios menor de la redes- está abstracta y misteriosamente relacionado con la búsqueda que hiciste hace dos días sobre la escala Scoville de los chiles más picantes del mundo y explota indirectamente tu debilidad por los videos de gatitos que se resbalan en suelo recién fregado.?
La inteligencia artificial ya nos controla desde hace un tiempo. Parece que porque ahora ha aprendido a pintar y a conversar empieza a preocuparnos. Claro que, también unas IAs influencian a otras, se revuelcan y se emborrachan en su Big Data y al mismo tiempo se dejan influenciar ellas por nosotros, nosotros jugamos a su juego, y podría decirse que, acaba todo sumergido en un vertedero de información caótica descontrolada e incontrolable. Con lo que, tan cierto es que todo es casualidad, como que nada lo es. Sabemos que los titulares en los pequeños widgets de cualquier portal que se nos abre en el navegador no son los mismos para tí que para mí, están seleccionados por un complejo algoritmo que olfatea como fiera implacable un largo rastro de miguitas de cookies, miguitas que hemos ido dejando caer en un bosque plagado de depredadores porque , de algún modo, nos da un poco igual ser devorados, lo que nos vayan a vender: lo que vayan a enterrar en nuestro inconsciente o lo que vayan a anclar en nuestra representación del mundo no se sabe muy bien con qué intenciones.
Nos dejamos porque es cómodo, nos dan lo que queremos o al menos nos engañan con lo que queremos ser engañados. Y está bien hecho, siempre encaja de un modo muy natural, también saben hacer que no notemos ningún sesgo informativo, por enorme que sea.
Lo más obvio es la publicidad, pero ocurre a todas las escalas. Como caso extremo podría pensar en la canalización de la violencia xenófoba en Birmania a través de Facebook, lo que entiendo como un proceso a pesar de todo fundamentalmente automático desde los algoritmos de Facebook, el sistema alimenta a los usuarios con lo que mejor funcione, está hecho para aprenderlo, y si es odio será odio. También es un sistema muy 'democrático', se guía por la mayoría. La propaganda extremista y las masacres no son nada nuevo, pero el manejo que hace de ello un Dios de internet da qué pensar.
Esto sí que se convierte en una 'sincronicidad muy real', y es algo que intento tener presente siempre: con cada contenido que consumo me insto a mi mismo a preguntarme ¿Esto que estoy leyendo/escuchando/viendo lo he elegido yo? ¿ha llegado a mi por las preferencia que yo he marcado? ¿Por mi localización? ¿Por intereses de otros? ¿Económicos? ¿Políticos?
Pero eso es solo si usamos ordenadores, ¿o no?
Porque -caigo en la cuenta como en un segundo despertar de mi divagación- ...lo que tengo entre manos y estoy leyendo es un tradicional periódico en papel. No lo he comprado yo, estaba en la mesa de la cafetería. Tampoco tengo ni idea de quien es ese Russo, ni es ese el tipo de historia que me importe. Es un periódico inglés, eso no es raro, a este sitio vienen muchos extranjeros. Les debe gustar la decoración muy 'livingstone' y, bueno, las vistas son excelentes. El periódico lo cogí, creo, simplemente para intentar mantenerme despierto y resistirme a la agradable caricia del sol de media tarde que entra por los ventanales.
En resumen, la cabeza me hace extraños y me quedan demasiado largos los hilos de mi fantasía conspiranoica. La taza de café lleva un buen rato vacía, pero el sabor aún persiste en la boca, el sueño ataca de nuevo, me recuesto en el sofa de cuero, cierro los ojos y dejo que el sol a través de los parpados reduzca todo a una uniforme pantalla roja. Abro los ojos de nuevo, hay algo más: Vuelvo a mirar el periódico ¿De verdad no había visto eso antes? El periódico está escrito con bolígrafo, justo al margen de la noticia que he leído: "Marcos 14: 51-52", "Limbo", también hay números y ... unos círculos.
14/04/23 - 16:44
La cadena exacta de acontecimientos y la razón subyacente por la que una historia, idea, tendencia, noticia o cualquier cosa en particular entra a formar parte de nuestra vida, o bien, nuestra vida entra a formar parte de ella, tiene una sutil forma de, jugando con los claroscuros de la memoria, hacerse intrazable para nuestra conciencia. Esta tarde se trata de esto:
Street Artist Leonardo Russo, AKA Dexter, Missing in London for Two Months
London, UK - The disappearance of Italian graffiti artist Leonardo Russo, also known as Dexter, has taken a disturbing turn after several of his works were found partially destroyed around the city in what appears to be a ritualistic manner. Russo, who has been missing for two months, was initially believed to have gone into hiding voluntarily. However, the recent discovery has prompted the police to reopen their investigation into his disappearance.
The 27-year-old artist, who was orphaned at a young age and often went by his nickname Dexter, was known for his powerful and often disturbing murals. Russo's closest friends have expressed concern for his safety, citing his introverted and misanthropic personality as well as his fascination with dark subcultures and esoteric societies, including satanism and smuggling.
Russo's connection to these marginal subcultures has also raised speculation about his disappearance, with some suggesting he may have been involved in criminal activities. He was last seen leaving his studio in Shoreditch, East London, on the evening of February 7th. The police are now appealing to the neighbors for any information that may help with their investigation.
Detective Inspector Thomas Jones, who is leading the investigation, said: "We are deeply concerned for Leonardo's safety, and we urge anyone with information to come forward. His dissenting interests as well as the way in which his works were defaced are of great interest to us and could be key to ..."
Aunque suene a misterio, el que yo ya conozca bien mi naturaleza dispersa hace que no me resulte tan sorprendente el hecho de, precisamente, sorprenderme a mí mismo leyendo esto y preguntarme por qué lo estoy haciendo y cómo ha llegado hasta mí. Me resulta casi natural, como parte del despertar de un sueño, o quizá, simplemente eso, salir de un simple momento de esparcimiento.
Estas cosas pasan de vez en cuando. La continuidad de la conciencia parece romperse para que algo entre en escena como venido de ninguna parte y por ninguna razón. Se siente como el viento meciendo las hojas de los árboles, y un instante después... ¡pum!, estás metido en el presente sin tener nada ubicado ni en el pasado ni en el futuro
Carl Jung, entre sus muchas excentricidades, influenciado por la cosmovisión Taoísta y por su propia experiencia clínica y vital, concibió la 'Sincronicidad' como la manifestación, a través de coincidencias significativas que no pueden explicarse como casualidades fortuitas, de una interconexión subyacente entre todos los seres y eventos en el universo.
La idea general es bastante vieja. Permea muchos sistemas de creencias, religiones y esquemas filosóficos. Según el caso lo pueden llamar karma, fortuna, destino, divina providencia, pero es más o menos lo mismo... la cosa es que no sea casualidad... ¿No es simplemente que no nos gusta pensar en el sinsentido de los acontecimientos? ¿Ese 'tiene que haber' algo es una manía genética humana o hay algo de verdad?
El bonus de Jung es que no quiso quedarse en un principio misterioso, estuvo en contacto con Pauli y Einstein en busca de una constatación. No consiguió nada, claro. Se metió en un terreno empíricamente poco transitable desde luego, sin duda, un valiente.
No sé, a mí no me ha pasado nunca nada así, a pesar de mis ausencias y desvaríos, nada de sincronismos maravillosos. Me parece una patraña supersticiosa. Supongo que la gente se sugestiona sola y se inventa sus coincidencias perfectas.
Lo que yo creo que nos pasa es que, por encima de explicaciones, siempre hemos buscado señas. Las señas no necesitamos entenderlas. Aunque lo intentemos irremediablemente, no hace falta, las buscamos igual y se apoderan de nosotros igual de fácilmente.
De hecho, es un arma poderosa: si una determinada doctrina es capaz de saltar nuestro 'factor crítico' y toca ahí, en ese instinto humano, echará raíces en el inconsciente y estaremos dispuestos a tirar por la borda la razón y darlo todo por ella ¿Pero qué sentido tiene que esté ahí ese botón fanático? ¿Es acaso bueno para la especie? ¿evolutivamente adaptativo?
Eso no lo sé. Pero el anclaje es tan fuerte que siempre se ha relacionado con una fuerza superior: Tradicionalmente la explotación del mecanismo se ha atribuido a Dios -o a quien supiera usurpar su lugar-. Con el tiempo, perdió efectividad... ya era demasiado obvio. Ahora, en la actualidad, la providencia divina capaz de atribuirse los acontecimientos puede tener competidores, según el contexto y sobre todo, -'los datos'-. Hay nuevos dioses en el campo de juego: Google, Bing, Facebook, Instagram... buscadores y metabuscadores, y meta-inteligencias artificiales que los meta-manipulan. Y así encuentras lo que quieres encontrar, o lo que quieren que encuentres... o quizá simplemente lo que tenías que encontrar, tu... ¿destino?
Si me paro a pensar, me doy cuenta de que la gran mayoría de lo que leo lo saco de internet.
Sé que, tanto cuando hacemos una búsqueda, como cuando simplemente abrimos uno de los grandes portales de internet, cada artículo, video, noticia o información cualquiera tiene un torbellino de parámetros detrás, unos más específicos y otros menos, que son procesados para elegir precisamente qué se nos va a mostrar. Recíprocamente, cualquier acción nuestra (un clic) al respecto desencadena otro torbellino que retroalimenta el anterior y re-condiciona lo que el algoritmo decidirá para nosotros. En parte está bien, porque significa que se nos da información 'a medida', pero por otro lado son sesgos y más sesgos.
A veces, podemos vislumbrar el diabólico aparataje que nos posiciona los resultados de búsqueda delante de los ojos, pero normalmente no nos damos cuenta, no nos importa y nos resulta cómodo. Delante de una pantalla, muy bien podemos dudar de nuestra posibilidad de decisión real sobre cualquier contenido que consumimos, ... por mucho que al final nos parezca que retenemos la elección de hacer clic o no.
* Por supuesto, de esto te salvas si eres de ese reducido clan de tenaces lobos perforadores de la información, paranoicos de la privacidad, que borran su rastro a cada paso y permanecen en guardia incluso en el momento de máximo relax del día -sois admirables, pero sois los menos-.
Y es que al sistema no le afectan las minorías. Entra en juego psicología de masas 'avanzada', los algoritmos encuentran activaciones inconscientes en los usuarios simplemente eligiendo lo que funciona para optimizar su función objetivo
Desde lo más profundo a lo más banal entra en el saco: ¿Ese anuncio de batamantas calefactadas está ahí, en ese banner, porque es aleatorio, o para toda la región, o solo para tu barrio, o solo para ti porque -no para ti, sino para Google, Bing o algún dios menor de la redes- está abstracta y misteriosamente relacionado con la búsqueda que hiciste hace dos días sobre la escala Scoville de los chiles más picantes del mundo y explota indirectamente tu debilidad por los videos de gatitos que se resbalan en suelo recién fregado.?
La inteligencia artificial ya nos controla desde hace un tiempo. Parece que porque ahora ha aprendido a pintar y a conversar empieza a preocuparnos. Claro que, también unas IAs influencian a otras, se revuelcan y se emborrachan en su Big Data y al mismo tiempo se dejan influenciar ellas por nosotros, nosotros jugamos a su juego, y podría decirse que, acaba todo sumergido en un vertedero de información caótica descontrolada e incontrolable. Con lo que, tan cierto es que todo es casualidad, como que nada lo es. Sabemos que los titulares en los pequeños widgets de cualquier portal que se nos abre en el navegador no son los mismos para tí que para mí, están seleccionados por un complejo algoritmo que olfatea como fiera implacable un largo rastro de miguitas de cookies, miguitas que hemos ido dejando caer en un bosque plagado de depredadores porque , de algún modo, nos da un poco igual ser devorados, lo que nos vayan a vender: lo que vayan a enterrar en nuestro inconsciente o lo que vayan a anclar en nuestra representación del mundo no se sabe muy bien con qué intenciones.
Nos dejamos porque es cómodo, nos dan lo que queremos o al menos nos engañan con lo que queremos ser engañados. Y está bien hecho, siempre encaja de un modo muy natural, también saben hacer que no notemos ningún sesgo informativo, por enorme que sea.
Lo más obvio es la publicidad, pero ocurre a todas las escalas. Como caso extremo podría pensar en la canalización de la violencia xenófoba en Birmania a través de Facebook, lo que entiendo como un proceso a pesar de todo fundamentalmente automático desde los algoritmos de Facebook, el sistema alimenta a los usuarios con lo que mejor funcione, está hecho para aprenderlo, y si es odio será odio. También es un sistema muy 'democrático', se guía por la mayoría. La propaganda extremista y las masacres no son nada nuevo, pero el manejo que hace de ello un Dios de internet da qué pensar.
Esto sí que se convierte en una 'sincronicidad muy real', y es algo que intento tener presente siempre: con cada contenido que consumo me insto a mi mismo a preguntarme ¿Esto que estoy leyendo/escuchando/viendo lo he elegido yo? ¿ha llegado a mi por las preferencia que yo he marcado? ¿Por mi localización? ¿Por intereses de otros? ¿Económicos? ¿Políticos?
Pero eso es solo si usamos ordenadores, ¿o no?
Porque -caigo en la cuenta como en un segundo despertar de mi divagación- ...lo que tengo entre manos y estoy leyendo es un tradicional periódico en papel. No lo he comprado yo, estaba en la mesa de la cafetería. Tampoco tengo ni idea de quien es ese Russo, ni es ese el tipo de historia que me importe. Es un periódico inglés, eso no es raro, a este sitio vienen muchos extranjeros. Les debe gustar la decoración muy 'livingstone' y, bueno, las vistas son excelentes. El periódico lo cogí, creo, simplemente para intentar mantenerme despierto y resistirme a la agradable caricia del sol de media tarde que entra por los ventanales.
En resumen, la cabeza me hace extraños y me quedan demasiado largos los hilos de mi fantasía conspiranoica. La taza de café lleva un buen rato vacía, pero el sabor aún persiste en la boca, el sueño ataca de nuevo, me recuesto en el sofa de cuero, cierro los ojos y dejo que el sol a través de los parpados reduzca todo a una uniforme pantalla roja. Abro los ojos de nuevo, hay algo más: Vuelvo a mirar el periódico ¿De verdad no había visto eso antes? El periódico está escrito con bolígrafo, justo al margen de la noticia que he leído: "Marcos 14: 51-52", "Limbo", también hay números y ... unos círculos.